Icono del sitio EL News de Venezuela

Religión: Reflexiones en Familia, Por Rafael Ángel Parra

Queridos hermanos, hoy en nuestras Reflexiones en Familia, compartiremos las enseñanzas que nuestro Padre nos muestra en cuanto a lo que los creyentes llamamos “pasar por el desierto”

En nuestro andar muchas veces pasamos por un desierto bien sea laboral, familiar, sentimental, entre otros, y generalmente pensamos que todo desierto se trata de un embate del enemigo, sin embargo, el pueblo de Israel después de su liberación de Egipto nos recuerda que un desierto no es solo cosa de una temporada mala o una artimaña del enemigo, un desierto puede ser un lugar de transformación usado por Dios para nuestro bien.

En el libro de Éxodo capítulo 16 versos 2 y 3 de la Nueva Versión Internacional, dice: “Allí, en el desierto, toda la comunidad murmuró contra Moisés y Aarón: ¡Cómo quisiéramos que el Señor nos hubiera quitado la vida en Egipto! —Les decían los israelitas—. Allá nos sentábamos en torno a las ollas de carne y comíamos pan hasta saciarnos. ¡Ustedes nos han traído a este desierto para matar de hambre a toda la comunidad!”.

La Escritura relata, cómo el pueblo de Israel liberado de Egipto, iba con la esperanza de una tierra prometida donde vivirían en abundancia y paz; pero lo que vieron en el horizonte no fue la tierra prometida, ¡vieron un desierto!

Esa nación que marchaba esperanzada, ahora caminaba con hambre, agotamiento y fracaso al no ver señal de la tierra que fluía leche y miel. ¿Se había equivocado Dios? ¿Su plan era sacarlos de Egipto y luego matarlos en el desierto?

¡No! El desierto no fue un accidente ni un descuido de Dios para con Israel.

Cuando Moisés recordó el éxodo y enseñaba a nuevas generaciones, les dijo: “Y te acordarás de todo el camino por donde te ha traído Jehová tu Dios estos cuarenta años en el desierto, para afligirte, para probarte, para saber lo que había en tu corazón, si habías de guardar o no sus mandamientos” Deuteronomio 8:2

Dios, como Padre amoroso, busca que volvamos nuestros corazones hacia Él, y eso fue lo que hizo con Israel en el desierto: examinar su corazón y disciplinarlo como un padre a su hijo.

Querido hermano, el desierto es un lugar de transformación y no importa si tu desierto se llama desempleo, enfermedad o vanidad; al salir de allí, tú serás una mejor o quizás peor persona, más sensible a su voz o posiblemente alguien más amargado o pesimista, ¡Pero jamás saldrás igual!

¿Cómo salir victoriosos del desierto? La respuesta está en la provisión de Dios para nosotros. Israel buscaba alimento físico; pero Dios quería una relación con ellos; el Señor quería enseñarle a su pueblo en aquel entonces y a nosotros hoy, que más allá del alimento físico, la mayor necesidad que tiene el hombre en esta vida y en medio del desierto, es una relación íntima y en obediencia con Él.

Debemos saber reconocer a nuestro Dios y que es importante recordar que el pueblo que murió en el desierto, no murió debido al hambre ni por lo duro de la prueba, sino porque sencillamente no creyeron en la Palabra de Dios.

“Yo soy el pan de vida. El que viene a mí nunca volverá a tener hambre; el que cree en mí no tendrá sed jamás. Pero ustedes no han creído en mí, a pesar de que me han visto».  Juan 6:35-36

Hermano, cuando camines por el desierto y sientas que el sol te quema, serás tentado a exigir señales para comprobar si Dios existe y si no te ha olvidado; serás tentado a murmurar contra Él y olvidar las maravillas que ha hecho en el pasado; pero Dios nos llama a sacudir de nuestras vidas la murmuración y el deseo de ver más señales milagrosas, para que podamos enfocar la mirada en Jesucristo nuestro Salvador.

Amado amigo y hermano, si hoy estás atravesando un desierto, no blasfemes ni confíes en tus fuerzas,  guarda silencio, escúchalo y confía en Él, ya que tiene mucho que decir a tu vida. Por dura que sea la prueba, por difícil que sea hoy tu situación económica, tu situación familiar, sentimental o la que sea, por  fuerte que sea la tentación, déjame decirte que Dios está a tu lado para ayudarte, Él no te dejará olvidado ni te dejará caer, y cuando tenga que meter su mano para ayudarte, lo hará.

Si hoy tu desierto se ve muy grande, si las circunstancias se te han tornado adversas, si hoy tienes muchas preguntas, muchos porque, muchos cuando, muchos dónde; si hoy sientes decaer a causa de un infortunio o tentación; te animo a que no te perturbes, porque Dios tiene un plan maravilloso y una gran bendición para ti.

El enemigo siempre va tratar de tentarte para que mueras en el desierto o que desistas y te regreses a Egipto, pero tienes que creer que hay una promesa de parte del Señor para tu vida y tu familia, porque Dios te ama.

Finalmente hermano querido, ten presente que si estás en medio del desierto, eso no es para siempre y que la duración del cruce de ese desierto depende de que tanta disposición tengas para que Dios trabaje en ti y te pueda sacar de allí. Hoy Dios te recuerda que no temas y que sigas luchando porque ¡lo mejor está por venir!

“Y te afligió, y te hizo tener hambre, y te sustentó con maná, comida que no conocías tú, ni tus padres la habían conocido, para hacerte saber que no solo de pan vivirá el hombre, más de todo lo que sale de la boca de Jehová vivirá el hombre”. Deuteronomio 8:3

*¡Bendiciones infinitas para todos!*

Salir de la versión móvil