Diversos factores, entre esos múltiples ocupaciones, fallas en la energía eléctrica y quebrantos de salud, han sido el motivo por el que estuve ausente durante cuatro sábados; pero aquí estoy una vez más, con la finalidad de seguir aportando elementos para un mejor uso del idioma español, como ha sido desde que me publicaron el primer comentario sobre temas gramaticales y lingüísticos, el 12 de noviembre de 1994, lo que significa que en este se cumplirán treinta años, siempre convencido de que soy un aficionado del buen decir. ¡Una vez más pido disculpas!

Durante ese tiempo he aprendido muchas cosas, pues cada entrega implica una investigación, para aclarar un asunto de interés colectivo o responder las inquietudes que de manera regular recibo de parte de muchas personas cuya ocupación habitual es la redacción, como periodistas, locutores, educadores u otros profesionales que han entendido la importancia de escribir bien y hablar de mejor manera, pues así se los exige el rol que desempeñan.

No tengo ningún temor en afirmar que, con contadas y honrosas excepciones que se distinguen muy fácilmente, en la narración y el comentario deportivos hay muchos disparateros que no han valorado la importancia de su rol ante el ámbito en el que se desenvuelven.

Algunos narradores y comentaristas se preocupan más por mostrar «erudición» en materia de reglamento, que por utilizar las palabras adecuadas, pues por más habilidad que tengan para describir o comentar una actividad deportiva en ejecución, es necesario que llamen las cosas por su nombre, y para eso deben leer o consultar a alguien que sepa.

He perdido la cuenta de las veces que me he referido al lenguaje deportivo, y hasta muchas personas han llegado a creer que las críticas, muy fuertes a veces, tienen un destinatario directo; pero no ha sido así. Cada vez que lo he hecho, ha sido de manera general, aunque es justo y necesario reconocer que a la par de los disparateros, hay excelentes narradores, excelentes comentaristas, a los que provoca oír, pues casi siempre aclaran dudas y enseñan algo.

El artículo de hoy está relacionado va dirigido a aquellos que aun cuando son merecedores de la más alta estima, tienen algunas fallas que deberían corregir.

Durante el Campeonato Mundial de Fútbol Rusia 2018, Arley Londoño, conocido narrador y comentarista colombiano, quien estuvo al servicio de DIRECTV, cada vez que le tocó actuar, habló siempre del costado lateral, para referirse al caso de la pelota cuando esta sale por una de las bandas del rectángulo de juego.

No hubo nadie que le dijera que incurría en redundancia, dado que costado y lateral es la misma situación, hasta donde yo sé, es la misma cosa. Además, el reglamento de fútbol señala que el terreno de juego, al ser un rectángulo, debe tener líneas laterales (o bandas) y dos de fondo (meta). ¿Es muy difícil entender eso? ¡No lo creo!

En Venezuela está el caso de Jaime Ricardo Gómez, otro experimentado y elocuente narrador, quien desafortunadamente también tiene el mismo problema de su colega Londoño. Desde hace dos años me he dedicado a seguir las transmisiones televisivas del fútbol venezolano, y a decir verdad, al único que le he oído el mencionado despropósito, es al compatriota Jaime Ricardo, que narra de una manera muy agradable; pero al parecer no ha leído o no recuerda la regla sobre las dimensiones y formas del terreno de juego.

Lo que sí es común y muy frecuente en Sudamérica, es la imprecisión sobre el tiempo que se juega después del reglamentario y la función del cuarto árbitro. En cuanto a lo primero, muchos hablan de descuento, lo cual es incorrecto, toda vez que en el fútbol no se descuenta, se añade.

Respecto de la función del cuarto árbitro, una considerable cantidad de narradores y comentaristas ignora la función de este, y por eso se les oye expresiones como: «Vamos a esperar a ver cuánto tiempo va a añadir el cuarto árbitro». Por un lado están conscientes de que en el fútbol no se descuenta tiempo; pero no saben que eso tiempo adicional lo concede el árbitro principal nadie más. Es por eso que es indispensable que alguien se lo diga.

David Figueroa Díaz (Araure, Venezuela, 1964) se inició en el periodismo de opinión a los 17 años de edad, y más tarde se convirtió en un estudioso del lenguaje oral y escrito. Mantuvo una publicación semanal por más de veinte años en el diario Última Hora de Acarigua-Araure, estado Portuguesa, y a partir de 2018 en El Impulso de Barquisimeto, dedicada al análisis y corrección de los errores más frecuentes en los medios de comunicación y en el habla cotidiana. Es licenciado en Comunicación Social (Cum Laude) por la Universidad Católica Cecilio Acosta (Unica) de Maracaibo; docente universitario, director de Comunicación e Información de la Alcaldía del municipio Guanarito. Es corredactor del Manual de Estilo de los Periodistas de la Dirección de Medios Públicos del Gobierno de Portuguesa; facilitador de talleres de ortografía y redacción periodística para medios impresos y digitales; miembro del Colegio Nacional de Periodistas seccional Portuguesa (CNP) y de la Asociación de Locutores y Operadores de Radio (Aloer).

Por The EL News

Enrique López Alfonzo Director - Editor The EL News.com Premio Latinoamericano de Oro Periodista de Investigación 2021 ÷584245428120

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