Citgo es el nombre del residuo de la «Internacionalización», mega plan meritócrata de los años 80 y 90 para eludir lo que el gobierno se cogía, «the government take», en el lenguaje corporativo internacional. Es decir, para minimizar la participación fiscal, auténtico resultado nacional de las actividades petroleras en el país.

Ese logro ha quedado registrado en los resultados de la adquisición, a partir de 1983, de 19 refinerías chatarra para «asegurar el mercado» para la duplicación de los niveles de producción, desde 3 hasta 6 ó 7 millones de barriles diarios, los cuales serían producidos partir de los 303 mil millones de barriles de supuestas reservas probadas, mayoritariamente extrapesadas y ubicadas en la Faja Petrolífera del Orinoco.

Vale decir, la propia construcción de la casa a partir del techo. Y todo ello, en previsión de nuestra cantada salida de la OPEP, odiosa organización que nos imponía cuotas de producción. Nuestros gerentes se daban maña entonces para violar esas cuotas y así, contribuyeron a llevar el precio promedio de las exportaciones venezolanas a menos de 8 dólares el barril en 1998.

Según la historia oficial, la marca CITGO fue creada en 1965 por Cities Service Company, empresa comprada por Occidental Petroleum en 1982, a la cual CITGO fue incorporada como una subsidiaria de refinación, comercialización y transporte en la primavera de 1983.

Fue comprada posteriormente por Southland Corporation, la cual, al borde de la quiebra por los márgenes negativos imperantes en el negocio de la refinación durante esos años, la vendió como ganga y en artículo mortis, el 50% a los avispados gerentes petroleros del Estado venezolano en 1986. Luego, ya quebrada, Southland les vendió el otro 50% en el año 1990, pese a la reticencia expresa del Presidente Carlos Andrés Pérez, quien exigió que esa porción fuera nuevamente vendida, dados los riesgos para la República de poseer el 100 por ciento de los restos de una bancarrota.

Sin embargo, y tal como reseñaba la revista internacional Petroleum Economist en su momento, «los defensores intransigentes de la internacionalización creen que pueden retrasar el pedido de Pérez hasta que deje el cargo en poco más de un año» [María Kielmas, «Little Moves Ahead Of an Explosion», Petroleum Economist, noviembre 1992, págs. 14-17, citada en «El Poder petrolero», pág. 215 y 217.]

¡Y efectivamente así sucedió, incluso antes, cuando el Presidente Pérez fue defenestrado por el Congreso Nacional!

Así pues, en 1990, nació la posesión venezolana del 100% de CITGO.

Las prevenciones del Presidente Pérez se están materializando ahora, cuando las decisiones imperiales del Departamento de Estado Norteamericano y sus brazos judiciales están autorizando la liquidación de los activos de Citgo en favor de los acreedores de la República, levantando la tesis del «alter ego», para cobrarse a la brava, con la captura un patrimonio nacional desguarnecido, fuera del ámbito territorial y del amparo de los poderes públicos nacionales venezolanos.

Desde la primera exigencia de la empresa canadiense Crystallex, asesorada por el abogado venezolano que luego sería designado como Procurador General Ad-Hoc de la Nación por el desaparecido «gobierno interino», los activos de Citgo están siendo colocados en remate sin la presencia de su legítimo propietario, la Nación venezolana. Conoco Phillips y los tenedores de los 3.000 millones dólares en bonos respaldados por más del 50% de las acciones de Citgo, emitidos en 2016 y vencidos en 2020, son los titulares de las otras grandes tajadas para el reparto dispuesto. Han sido los Departamentos de Estado, Justicia, del Tesoro y la OFAC quienes han esgrimido y pospuesto ese remate como mecanismo chantajista para imponer su voluntad política en Venezuela. La prensa nacional está repleta en estos días con las idas y venidas de este proceso en las Cortes de Distrito de Delaware, Distrito Sur de Nueva York, de Apelaciones, etc..

Rafael Ramírez, [promotor, en 2010 como Presidente de PDVSA, de otra irracional expansión refinería internacional, al proyectar a 37 el número de refinerías que poseería Venezuela en el 2030] en declaración a El Nuevo País, aportó, con conocimiento de causa, elementos respecto a la necesidad de vender Citgo en su momento:

«Nuestro argumento era sencillo: esos activos están en territorio hostil, en una relación (con los Estados Unidos) que tendía a complicarse, estarían sujetos a cualquier acción de sanción, embargo, incautación, confiscación, etc. CITGO siempre fue un rehén, por ello, durante la ‘apertura petrolera’ se transfirieron más de 17 mil millones de dólares desde nuestro país, para adquirir esos activos en Estado Unidos, por eso se dieron descuentos de hasta un 40% en los envíos de petróleo, ya que, ‘era nuestra’, cuando en realidad nunca dio ni dividendos, ni ese era nuestro negocio, era una empresa  100% norteamericana». 

Si. Citgo es un patrimonio muy valioso hoy, tasado en varios miles de millones de dólares, pero que fue el resultado de desangrar al país para beneficio privado de empresas extranjeras, de sus pícaros promotores criollos que disfrutaron del resultado de sus andanzas … y del fisco norteamericano, que cobró regularmente sus impuestos sobre ganancias producidas por el descuento al cual se colocaba el crudo venezolano en su refinerías.

Por The EL News

Enrique López Alfonzo Director - Editor The EL News.com Premio Latinoamericano de Oro Periodista de Investigación 2021 ÷584245428120

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