Es un sistema que debería llamarse «viejo», porque a lo bueno le dice malo y a lo malo le dice bueno; a la tiniebla le dice luz y a la luz le dice tiniebla; procura torcer lo que está derecho; pretende alterar la estabilidad familiar y la razón para el cual fue constituida la familia; su meta es disminuir la población generando muerte.
Y ante tanta aberración, abominación y descomposición, la mayoría de los cristianos exclaman: «menos mal que Cristo viene pronto» (no me opongo a eso). Pero prefiero que él cristiano se ubique como «Sal de esta tierra», como «luz de este mundo», que se mueva en «el ministerio de reconciliación» que se le ha otorgado, que honre, «el ser embajador del Reino de Dios» en cada sitio donde habite.
Quién debe establecer el nuevo orden? Los que viven en tinieblas o los que han sido llamados de «las tinieblas a un Reino de luz»? Quién trastorna a quién?