EL News de Venezuela

Opinión: Sadismo rojo, Por Iván Colmenares



Ya estoy convencido de que estos tipos no son sólo ineficientes, corruptos, incapaces de solventar, aunque sea un poquito los enormes problemas que vivimos los venezolanos, es que son sádicos. Claro, no llegan a la definición de “crueldad refinada, con placer de quien la ejecuta”, según el diccionario de la Real Academia Española.

Lo de los servicios públicos es el non plus ultra de la incapacidad o la no querencia para resolver los dramas que acogotan al ciudadano de a pie. Ya hablé la semana pasada de la luz, pero voy a insistir en el tema. Le escribí el viernes en medio de la tortura en Guanare, de casi nueve horas sin luz, al Gobernador un comentario en su estado y me respondió en el acto, explicándome lo que estaba pasando, y aclarando lo de la feria de la luz. Al rato me envió un audio de un gerente de Corpoelec. Debo confesarles que me agradó el gesto. Claro, 37 mil luminarias colocadas en el estado que no consumen mucha energía, merecen una discusión aparte. Pero no sé si las mejoras que se hicieron ese día en la subestación servirán para normalizar el suministro eléctrico, dado que el problema viene de Guri. Pero lo que soporta la población venezolana es demasiado. Me dicen que en La Misión de Turén se va la luz hasta por tres días. En los pueblos, los cortes eléctricos pasan de cuatro y cinco horas. Y reitero que donde más racionan, es donde menos protestan. Y amenazan con un racionamiento más severo, según dijo el Ministro. Disfruta el régimen con el padecimiento de sus connacionales. Aprendieron mucho de los gorilas cubanos.

La gasolina es la expresión más visible de las dos caras de la moneda: el sadismo rojo y el masoquismo nacional. Resulta que arreglan las refinerías y nos dan dos semanas de tranquilidad. Pero sería que mal repararon un ventilador o una licuadora, porque ya dos de las importantes se paralizaron. Y se conoce por las redes sociales, que el tanquero cubano Alicia se llevó miles de barriles de gasolina para la isla, mientras las colas volvieron a formarse, en medio de un “aggiornamiento” colectivo. Nos acostumbramos a ello y echamos un respirito cuando al fin el tanque está full hasta el otro capítulo de la sufrida novela.

Y la luz y el agua no es como la telefonía, que tiene alternativas privadas. Pasa lo mismo con la salud pública. Se llenan la jeta hablando de refacción de hospitales, acabando con los árboles y lo que se vive en cada centro asistencial es tan aberrante, que el sadismo comienza con la solicitud de los insumos para cualquier parto u operación. Y tienen la crueldad de gritar a los cuatro vientos, que en la cuarta se pretendía privatizar la prestación de salud. Pero nadie tenía que ir a parir a otra ciudad ni llevar cientos de dólares en requerimientos porque eso lo ponía el gobierno venezolano, de cualquier color o tendencia.

Sadismo es el que mientras la alcaldesa de Píritu monta un espectáculo de sound car, que no tiene nada de malo, salvo los altísimos decibeles que perturban a un colectivo, se monta en la tarima o en la capota del carro y baila desaforadamente, que tampoco tiene nada de malo, salvo lo grotesco de los ritmos de los últimos tiempos, y las consecuencias fueron heridos graves y leves. Y la trifulca entre bandas acabaron con el Hospital “Oswaldo Barrios”. Y aunque la policía ya detuvo a cinco autores, el daño está causado.

Los nuevos emprendimientos policiales, permitidos por el régimen, hacen que, a cualquier hora, e incluso en vías no transitadas, como la troncal 5, funcionarios del CICPC detengan vehículos con el cuento de revisar seriales. A cualquier hora la PNB tiene alcabalas para motorizados. Y un nuevo modus operandi: cargar el carnet de la patria, porque si no, hay que bajarse de la mula. No me jodan. Algo me hace recordar a Mario Benedetti, poeta uruguayo, que no tiene nada de pitiyanki: “Y al final resultaba que ser soldado de la patria no era precisamente defender el suelo, las fronteras, la famosa dignidad nacional, de los fueros civiles el goce defendamos el código fiel, no, ser soldado de la patria, mejor dicho, coronel de la patria, era joder a los muchachos, visitar al embajador, joder a los obreros, recibir la visita del subsecretario del secretario del embajador, joder a uno que otro cabecilla, dejar que los estimados colaboradores de esta Jefatura den rienda suelta a su sadismo en vías de desarrollo, insultar, agraviar, joder, siempre joder, y en el fondo también joderse a sí mismo.“ Aunque se parecen mucho, hablaba de las dictaduras en su país.

Por eso, hay que hacer algo. Protestar, organizarse y levantar la voz dentro del marco constitucional, aunque a estos tipos, le sepa a mierda la Carta Magna, como hicieron los dirigentes sindicales y magisteriales a los que le metieron 16 años de cárcel. Aunque sea como Oscar Schindler, sobre quien se hizo una película, que resaltaba su labor en salvar vidas: “Odiaba la brutalidad, el sadismo y la locura del nazismo. Simplemente no podía quedarme y ver a la gente destruida. Hice lo que pude, lo que tenía que hacer, lo que mi conciencia me dijo que debía hacer…”

Iván Colmenares
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