Froilán Sánchez.

Decir que Venezuela es un país rico, sin mencionar el petróleo y las grandes riquezas que han ingresado a las arcas del Estado, producto de su explotación, procesamiento y comercialización, es imposible. Todas las épocas de bonanza económica, que hemos tenido, están asociadas a las circunstanciales subidas de los precios del petróleo, que, durante más de un siglo, han servido para edificar el país que, hasta hace unos años atrás, fue, el de mayor crecimiento y desarrollo económico de América latina.
Sin duda alguna, la empresa estatal PDVSA, ha jugado un papel determinante en todo esto, su aporte al desarrollo de las diversas áreas asociadas a la industria petrolera, la llevó a ser considerada, durante años, como una de las más grandes e importantes del mundo, con profesionales de primer orden y un nivel de excelencia envidiable.
PDVSA, no solo es una empresa importante, es un activo vital y estratégico, para la economía del país, sobre todo en el modelo rentista que tenemos, y que ninguno de los gobiernos improvisadores, improvisantes y populista que hemos tenido en 100 años, se ha preocupado jamás por cambiarlo.
Es cierto que la corrupción la ha invadido hasta sus cimientos, la burocracia, el nepotismo, los negocios turbios y los personajes necróticos de pensamientos desproporcionados de riqueza mágica la han llevado a la quiebra técnica, a la ruina, pero aun así sigue siendo indispensable.
El financiamiento que otorga el Estado, a todo el sistema de salud y educativo del país, a la agricultura, al deporte, a la infraestructura, proviene de los ingresos generados por nuestra industria petrolera y más que eso, 90 de cada 100 dólares, del presupuesto nacional, se financian de su renta. Proponer la privatización de PDVSA, es también proponer la privatización de la salud, de la educación en todos sus niveles, hasta de las pensiones, es suprimir la inversión social en un país de hambruna y fomentar la desigualdad, en una población casi en su totalidad en situación de pobreza. Esto sería una verdadera catástrofe económica y social para Venezuela.
Somos tan dependientes del petróleo y de PDVSA, que la actual crisis humanitaria que vivimos los venezolanos, es producto, precisamente de la caída de la producción de petróleo y entiendo perfectamente que vender PDVSA, no es vender el petróleo, pero, ¿Por qué subastar nuestro mayor proveedor histórico de recursos?
No porque un paciente tenga parásitos, tenemos que matarlo, para matar a los parásitos. Proponer vender nuestro principal activo, por causas de altos niveles de corrupción, es sencillamente declararse incompetente en la lucha contra la corrupción, sin comenzar la batalla, además y mucho más importante, de constituir una gigantesca amenaza para el futuro de todos los venezolanos.
Somos un país dependiente de la renta petrolera y eso no va a cambiar porque se venda PDVSA, es absurdo, solo de imaginarse. Para ir en un sentido contrario y esa renta deje de ser renta, debe transformarse en una remuneración de trabajo productivo, de creación, de producción agrícola e industrial, que genere nuevos ingresos y para llegar a ese punto, se requiere, capacitación, tiempo, voluntad y un plan de diversificación económica.
El problema no es PDVSA, el problema lo representan, quienes hoy la dirigen y los vergonzosos niveles de impunidad propiciados por un sistema judicial y contralor, cada día más decadente. Focalicemos nuestra lucha en fortalecer las instituciones y su independencia, para erradicar las viejas prácticas, procuremos refundar el país, con gente nueva, pero sin mañas viejas y dejemos de pensar que los problemas complejos, se solucionan con medidas simples, eso también es populismo.

Por The EL News

Enrique López Alfonzo Director - Editor The EL News.com Premio Latinoamericano de Oro Periodista de Investigación 2021 ÷584245428120

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