EL News de Venezuela

Ronda Dominical: El dilema, Por José Ángel Borrego

El constituyente Hermann Escarrá.

“Razonamiento en que una premisa contiene una alternativa de dos términos y las otras premisas muestran que los dos casos de la alternativa conducen a la misma conclusión.”

De los varios conceptos sobre el vocablo este es el que más se arrima a la verdad venezolana. El país vive en un dilema irresoluble, al menos desde que al difunto se le ocurrió que la virtud constitucional que nos había mantenido en paz política por 40 años era tacaña y su apetito de gobierno, que agigantó al lado de los Castro en Cuba, lo conllevó, pasando por encima de lo previsto en su misma Carta Magna, a hacerse infinito en la conducción de un país que cada día escapaba, en lo cívico y moral, de sus manos. Irrespetó la decisión de ese país de negar tal pretensión y con artilugios (dicen que sugeridos por los hermanos Escarrá), aprobó la “maldición gitana” para Venezuela y los venezolanos. Dado ello, a partir de ese momento se inició la gestación de fórmulas para retornar a la civilización política, pero los actores (todos) han sido tan poco cuerdos, que lograron conducirnos al peor descalabro que haya conocido nación alguna en el planeta, sea cual fuere el ángulo desde el que la observemos. Y los tímidos escarceos, más filosóficos y románticos, que algunos mortales hacemos, se estrellan contra la muralla de analfabetismo político que conforma eso que conocemos como gobierno y oposición. El lector, con suma razón, habrá pensado: “Eso lo sabemos. ¿Y..?”

El dilema

Todos temen ser excluidos del alacranazgo.

En un espacio privilegiado desde todo punto de vista, menos desde el sentimiento nacional, existe un gobierno que se ha ganado todos los calificativos negativos habidos, más, otros por haber, gracias a la prolífica partitura de tanto venezolano que escucha crujir sus intestinos. Ese gobierno ha decidido, y así lo hace saber, que no hay espacio para nadie más. “Ni por las buenas, ni por las malas”, expresó uno de sus más connotados expositores. Y ese ukase es aceptado sumisamente por gente que una vez fue luchador político y hasta social. Pocos, escasísimos, lo repelen de forma pública. Todos temen ser excluidos del alacranazgo.

Escorpio

G3+ y otros.

En segundo plano tenemos un escenario donde participan políticos de múltiples perversidades. Tantas, que ya perdimos la cuenta. Cada día se alza la voz (o eso cree) de algún sujeto que pretende ser presidente de la república, sin credenciales, sin partido, sin acólitos, sin pueblo, sin mensaje, sin doctrina y sin dinero. Esto último, aspira, que, siendo percibido como un sustractor de votos opositores, provenga de Miraflores, dentro del manido concepto de alacranes que se ha hecho costoso para el régimen. Pero lo grave no es tanto, la multiplicidad de estos bichitos que incluyen al G3+, sino que imposibilitan, ex profeso, que alguna opción con sentido definido avance. El problema más grave de este segundo plano, es que no aporta una sola idea para salir de la crisis que asegura abjurar. Solo señala yerros que todos conocemos, pero ni una lucecita dentro de ese túnel que se agiganta más allá de lo infinito.

El Puzzle

Grupos empresariales, colegios profesionales, ONGs, gremios diversos, sindicatos.

Un tercer nivel podría estar en ciertos espacios organizados cuyas voces son atendidas por sectores importantes para la vida del país. Grupos empresariales, colegios profesionales, ONGs, gremios diversos, sindicatos, etc. Aquí el problema es que cada uno transita por su vereda, con gríngolas y, por ello, sin mirar a los lados. Y eso deriva de liderazgos poco conocedores de sus significaciones. Por esa razón, después de aquellas enormes manifestaciones humanas que se concentraban en calles y avenidas, especialmente en Caracas, no ha existido reedición de tal decisión de expulsar al presidente, porque, además, Julio Borges vendió esa probabilidad cual baratija política.
Y por último (o eso creemos) batalla una pequeña legión de librepensadores, que aporta ideas y propuestas, que no logran concretarse por ausencia de un Efecto Amalgama que beneficiaría a todos, en especial al gobierno y a los políticos en sus afanes de ambición, pero sobre todo al país, como pueblo y como Nación.

Ensamblaje

Fotografía de archivo sostienen banderas de Venezuela en un acto político, en Caracas (Venezuela). EFE/Miguel Gutiérrez

Se precisa de una Ingeniería Política (que desde luego no reposa en ningún cerebro de políticos) capaz de diseñar la estructura necesaria para imbricar y unir muy fuertemente, el convencimiento de que podemos reconstruir al país. Porque se observa cada día, no solo la decepción, sino la sumisión a los hechos que nos dañan, el conformismo y la resignación que son el objetivo de quienes hoy gobiernan, porque ignoran que en un país que exista desarrollo es más probable la alternabilidad. Ningún socialista o comunista podría entenderlo y quienes gobiernan, pese a no ser ni lo uno ni lo otro, proclaman serlo y por ende actúan como lo peor que pudieron conocer de regímenes de esta ralea.

Hay personalidades (conocemos tres) que podrían asir esta gerencia y coaligar a los factores del dilema, incluido el gobierno, repito, en un solo piquete que marche hacia un mismo destino, que no puede ser otro que rehacer al país. Recoger las planchas de zinc que ha arrastrado el ventarrón y darles de nuevo forma de rancho; y a partir de allí, iniciar el pegamento de adobes, uno a uno, hasta alcanzar las metas que contenga el flujograma que se logre con los personajes que podrían planificar este desarrollo. Y aquí, sí, (aunque alguien alegue discriminación) sin participación de ningún político activo o por activarse. Esto último no es sencillo, pero tampoco imposible. ¿Corremos…o, nos encaramamos?

José Ángel Borrego (0414-8187722)

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