Marta de la Vega (2021), señala: “Es una realidad por reimplantar para derribar la kakistocracia, la cleptocracia y la oclocracia propias del actual régimen usurpador venezolano”. En ese orden, me atrevería a señalar, que se puede hablar de meritocracia, desde dos ángulos específicos, como ventaja o desventaja, con sus incidencias en la estructura social. Vayamos al origen del vocablo “mérito”. Se vincula con ‘inteligencia’ y ‘esfuerzo’. Cicerón dijo lapidariamente: “Nadie debe obedecer a aquel que no merece mandar”.

No es fácil discernir sobre lo bueno o malo de la meritocracia. Esa disconformidad deviene de ideologías enfrentadas, la socialista versus la capitalista. Ideológicamente, hay quienes piensan que entre el mérito y la meritocracia existe relación afín a las aspiraciones igualitaristas de muchas personas de valorar a los individuos para el acceso a posiciones sociales, fundamentadas en sus capacidades y no otro tipo de requisitos, como los morales, que no dan verdadero peso societal e individual, entre ellos el origen social, étnico, cultural, el sexo, el aspecto físico. Para Michael Sandel (1953), la meritocracia produce motivación, porque se busca el “igualitarismo” como derecho humano, y esa búsqueda es igualdad y “ofrenda meritoria”, que alerta que las “oportunidades” para acceder a ello no son idénticas para todas las personas. Cuando los padres poseen ingresos económicos suficientes, procuran que sus hijos tengan alternativas de estudios universitarios y ascenso social, en contraste con familias que no poseen recursos para ayudarles.

Es importante señalar, que lo anterior no es una verdad absoluta. Conocemos de casos en donde a pesar de las insuficiencias, muchos han alcanzado exitosamente una muy buena y aceptable movilidad social. La otra cara de la moneda tiene que ver directamente con la relación entre actitud frente al éxito. Si reflexionamos sobre esta situación, nos encontramos con una especie de desequilibrio societal, individual y grupal, derivado de una inadecuada percepción que se puede generar en los “exitosos” al considerar que ese éxito se debe únicamente a su esfuerzo o sus méritos, por lo que creen deben recibir todas las recompensas dentro del contexto donde se encuentran. Ocurre, que en forma quizás mezquina los ganadores de esos méritos, presuman con fuerza que “los que no han recibido esos méritos, son los únicos culpables de su situación”. Lo antes expuesto no se origina de lo que uno oye, honestamente lo hemos vivido en nuestro trajinar societal: académico, laboral, político, deportivo, etc.

Pero, las incidencias de lo acertado o negado de la meritocracia no se quedan tan solo en un análisis sociológico y psicológico acerca de lo individual. Porque, como ya lo he señalado, tiene una gran repercusión sobre la sociedad en general. Como argumento importante, merece referirnos a sus acaecimientos institucionales y aun mas allá, sobre toda una población, un país, verbigracia Venezuela. No es un secreto, Chávez y la revolución bolivariana lograron igualar a la población venezolana: ¡a todos los “igualó hacia abajo” !, es decir, ahora todos son pobres. Más y más pobres, un ejemplo es que el sueldo básico está en 3$ mensuales. Por otro lado, históricamente, recuérdese el ataque mortal contra la meritocracia en Venezuela, hecho deleznable causado y visibilizado por el tristemente célebre sonido del “pito” (silbato) de Hugo Rafael Chávez Frías, cuando inició la destrucción de PDVSA. Ese infausto día (abril 2002), se botaron, sin aviso y sin protesto la totalidad de profesionales y técnicos, meritorios por sus conocimientos y experiencias en materia petrolera. Para luego, con una conducta nepotista colocar personal inadecuado y sin méritos en la materia, sin entender ni atender que el mérito significa fundamentalmente ‘inteligencia’ y ‘esfuerzo’. Lamentablemente, se cumplió una desmedida preferencia otorgada a miembros de la Revolución Bolivariana y parientes con las concesiones o empleos públicos. Actualmente, esa

acción se convirtió en una “cuasi-meritocracia” sustentada por un despropósito en donde los “vencedores” se visibilizan en un tipo de sociedad donde “la riqueza, los ingresos y la clase social son designados por pugnas, asumiéndose que los vencedores merecen tales ventajas”. ¿Qué pasó en consecuencia? Ocurrió que no existen beneficios de esa “selección” irracional. ¡No se pudo asegurar a los ciudadanos venezolanos, en 25 años, una adecuada gestión de los recursos públicos! ¡NUNCA estuvo ni está en manos de aquellos que estaban preparados! ¡La corrupción es el factor dominante!

He leído por allí, que la líder indiscutible, María Corina Machado, ha propuesto en su plan “Venezuela Tierra de Gracia”, volver a la meritocracia vía expedita para lograr la fortaleza de la dignidad perdida de los venezolanos durante 25 años aciagos de dictadura, que han dejado en la pobreza física y espiritual a los ciudadanos (Punto 6 referido a seguridad y soberanía). Así, esa dignidad se recuperará con “Sueldos dignos, empleos y grandes y nuevas inversiones que harán de nuestra Venezuela una verdadera Tierra de Gracia”. Ella es verdadera estadista: por el Bien Común y no sólo el personal. María Corina y el candidato a presidente por parte de la oposición honesta, Edmundo González Urrutia, fortalecerán una meritocracia “suigéneris”, que premie los méritos de quienes se preparan y buscan el éxito, sin olvidar a quienes por las circunstancias no puedan lograrlo. Esa es la naturaleza e idiosincrasia de ambos lideres democráticos. Sin “ganadores” o “perdedores”, y que primen el sentimiento social: igualdad frente a desigualdad.

Y, algo bien interesante, es que según Jesús Seguías, presidente de “Datincorp”, fue algo inusitado el hecho que Edmundo González Urrutia, realizado un estudio estadístico 10 días después de su postulación, resulto que un 55% de los venezolanos ya lo conocieron. Algo fuera de lo común, por lo que ello obliga a motivar la presentación de la siguiente interrogante: ¿Fue solamente el hecho de haber sido propuesto por la líder María Corina Machado o hubo fuerte influencia de los méritos del citado candidato presidencial para ser conocido y aceptado mayoritariamente?, ¿Será que el pueblo venezolano vio en González Urrutia el candidato formado y experimentado en la gerencia pública, necesario para sacar a Venezuela de la crisis en que se encuentra? Me atrevería a señalar que ambas fueron causales determinantes en su aceptación nacional. Y ello da una muestra de que la población, ya está cansada de malos “administradores” públicos durante 25 años, han considerado, algunos “sin querer queriendo” y otros convencidos en que falta ese valor agregado de meritocracia. ¿Será que por fin dejaremos de oír expresiones de autoridades del país, tales como: “Ay yu uan, ay uan, Ay du uan, ¡ay du uan”?¿Es aceptable que una persona sin educación sea ministro de educación, existiendo en Venezuela individuos formados, con méritos para ese cargo público de importancia para el país? Y hay que estar claros, el socialismo, comunismo u otro nombre “imbecibilizador“, si ese calificativo existe, tiene como objetivo: NO educar al pueblo, NO permitir que adquieran conocimientos para así esclavizarlos. Lo justo, es asegurar que todos los aspirantes posean la misma oportunidad y méritos, que sean los más capaces quienes gobiernen, independientemente de su origen social o económico. Me apego a la reestructuración de lo que sería una justa meritocracia, planificada y ejecutada por Edmundo González Urrutia.

“La casualidad no sonríe al que la desea, sino al que se la merece.” (Santiago Ramon y Cajal)

13 de mayo de 2024

Por The EL News

Enrique López Alfonzo Director - Editor The EL News.com Premio Latinoamericano de Oro Periodista de Investigación 2021 ÷584245428120

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