Icono del sitio EL News de Venezuela

Reflexiones en familia, Por Rafael Ángel Parra

Queridos hermanos, una fácil manera de identificar un árbol es por sus frutos, ya que si el fruto es un mango, no podemos decir decir que es un cambur.

Igualmente nosotros somos conocidos por nuestros frutos y podemos ser identificados, entre otras cosas, por lo que decimos; pero también por lo que hacemos.

Si dices que eres buena persona, que eres cristiano; si dices que todos los días oras y lees la Biblia; si dices que amas al prójimo, eso no demuestra mayor cosa, dado que lo que más convence es lo que haces como persona; lo que importa es tu testimonio.

*¿De qué sirve decir, si no se demuestra?*

Si alguien no tiene ropa o comida, y tú puedes suplir esa carencia, pero no lo haces, ¿agradaría eso a Dios?

Muchas personas podrían decir que las obras no conducen a la salvación, porque en Efesios 2 versículos 8 y 9 dice: *«Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe»*

Por supuesto que no debemos esperar ser salvos como un premio por las cosas buenas que hayamos hecho; sin embargo nuestras buenas acciones van a hablar por nosotros como cristianos, las buenas obras van a mostrar que el amor, la bondad y la misericordia de Dios están presentes en nuestras vidas, y que por lo tanto, no somos indiferentes ante quien necesite.

Las buenas acciones van a resultar de tener una constante conexión con Dios. La relación que tengamos con el Señor, nos va a permitir conocer su bondad, nos va a hacer entender el significado de por qué es mejor dar que recibir.

Las buenas acciones son parte de nuestra carta de presentación, parte de nuestro testimonio, el cual hablará de nosotros, sin tener nosotros que decir nada.

*¡Debemos ser tierra fértil, para dar buenos frutos!*

Muchas personas creyentes o no, aún no se han dado cuenta del gran poder que tiene el testimonio personal.

En los creyentes, es una de las armas más poderosas que nos da Dios para derrotar al enemigo; pero no solo basta con tener esa arma: hay que saberla usar correctamente alineada a los planes del Señor y tendremos la seguridad en Cristo Jesús, que vamos a ganar muchas batallas y almas para Él.

Cuidemos nuestro testimonio; debemos tener en cuenta lo que decimos, cómo nos comportamos, lo que hacemos en el día a día, no solo en los templos donde nos congregamos, no solo en nuestros hogares, sino en todo lugar que estemos o vayamos.

Hermanos, el testimonio es nuestra carta de presentación y recuerda que no eres lo que dices: eres lo que haces.

Así que, deja que sea un buen testimonio quien hable de tu buen nombre, teniendo además presente que toda la honra y la gloria sea para Dios.

*«De más estima es el buen nombre que las muchas riquezas, y la buena fama más que la plata y el oro»*
*Proverbios 22:1*

*¡Bendiciones infinitas para todos!*

Salir de la versión móvil