Opinión: Al campeón de todas las batallas, Por Iván Colmenares

Hoy se están cumpliendo 233 años del natalicio de nuestro José Antonio Páez.

Pasó el sesquicentenario de su muerte el 6 de mayo, como bien lo recuerda el historiador Tomás Skrata, sin pena ni gloria, pero el Centauro de los Llanos es la piedra angular de la historia libertaria de Venezuela y forjador del Estado y su gentilicio, a pesar del desprecio de la cúpula dominante contra el más terrenal de los huéspedes del Panteón Nacional. Hoy se están cumpliendo 233 años del natalicio de nuestro José Antonio Páez, que como afirmaba con firmeza y admiración, el poeta apóstol de la Independencia cubana, José Martí, “sin más escuela que los llanos, ni más disciplina que su voluntad, ni más ejércitos que sus llaneros, ni más semejante que Bolívar, sacó a Venezuela del dominio español, con tanta furia en la pelea como magnanimidad en la victoria, en una carrera a caballo que duró dieciséis años”.

Frente a esa figura universal y legendaria, que late en cada emoción venezolana, siempre hay un detractor, cuyo único argumento es la ignorancia. Aunque ya se han referido acertada y crudamente Carlos Ojeda e Ybrahím Saavedra, sobre un nuevo episodio de agresión contra el Ciudadano Esclarecido, también tengo que dejar constancia de mi profunda aversión a la caricatura bien maquillada, casi a punto de “drag queen” con ese lazo rojo en la frente, que usaban los suyos en la batalla, pero que él lo llevaba siempre al cuello, del afiche de la Alcaldía de Páez a propósito de esta fecha regional de tanta importancia, como es el 13 de junio.

No sé si Rafael Torrealba, que me imagino que sí, fue tan permisivo con esta promoción tan distorsionada del León de Payara, o si forma parte de la continua costumbre del régimen de configurar a sus caprichos los retratos de nuestros héroes, como lo hicieron con ese Libertador mulato que, durante mucho tiempo quisieron imponer en el colectivo nacional. Pero de verdad luce como una gran falta de respeto a nuestro héroe regional, al hijo más ilustre del Municipio que regenta actualmente y del Cantón de Araure, que en 1790 pertenecía a la provincia de Caracas.

Lo cierto es que hay un olor a saboteo dentro de esa gestión de Torrealba. No le bastan las pugnas internas de la corte de Efrén Pérez que, aunque fue alcahueteado por su sucesor por no haber denunciado los desmanes de su gestión, por eso de la solidaridad automática, sigue jodiendo a lo interno con sus caporales. No le bastan las diferencias con el Gobernador, que a pesar de los arrumacos públicos y de los abrazos obligados, todo el mundo sabe que Rafael y el grupo Torrealba y sus aliados, quieren conquistar la Gobernación, porque el Tivo se ha portado mal con ellos. Y porque como bien se sabe, Cedeño quiere extender sus dominios, metiendo sus manos en todas las alcaldías de sus amigos para tener el control total como en Araure, donde María Celeste, simplemente es una obrera de la emperatriz. Páez no escapa de ese intento reeleccionista, porque para nadie es un secreto, que el actual superdirector de operaciones especiales, José Ángel López quiere ser alcalde de la tierra donde nació el Sol de la Llanura.

Entonces no les extrañe que una mano peluda o un admirador o amigo de López, haya producido esta caricatura que más bien se parece a la mano derecha de Tivo que al esposo de Dominga Ortiz y amante fervoroso y apasionado de Barbarita Nieves. Y aunque parezca un retorcido guion de telenovela, este régimen tiene tanto de eso, que apenas sabemos un ápice de las perversidades y desviaciones de la élite dirigencial, viva o muerta, de esta revolución.

Dejemos que esa comunidad tan predominante en algunos círculos gobierneros siga disfrutando de esas mieles. Pero debemos rechazar contundentemente que esos elementos que pueden ser respetados como lo son, cuando son sin excesos ni agresiones contra los derechos de los demás, pretendan confundir con cosas que parecen un juego, el coraje, la valentía, la temeridad, la hombría incuestionable, la grandeza inconmesurable del hijo de Curpa, cerca de Acarigua y de su legado libertario, en lo militar y en lo civilista, sin parangón en la historia republicana.

Celebremos esta fecha con el orgullo de ser portugueseños, ratificando lo afirmado por Skrata sobre nuestro Páez: “Fue un solo hombre, que supo adaptarse a cada tiempo, siempre intentando tomar lo mejor de cada situación y, desde 1810, poniéndolo al servicio del país. Su memoria debe dejar de ser tribulada. No necesita hagiografías ni un culto que esconda sus lunares, sino la comprensión serena de una figura fundamental a cuya conmemoración, definitivamente, deberíamos estar volcados. Hay demasiado de nosotros en su historia como para que simplemente la callemos.”